domingo, 22 de mayo de 2011

Another Sleepy Dusty Delta Day, Jan Fabre


Another Sleepy Dusty Delta Day es el nuevo trabajo del magnífico creador escénico Jan Fabre, estrenado en el festival de Avignon en 2008. Un solo de danza/teatro creado en un principio para la actriz croata Ivana Jozic y realizado finalmente en 2010 de un modo inigualable por la fantástica Artemis Stavridi.
Jan Fabre, nacido en Amberes en 1958 es además dramaturgo, performista, director teatral, coreógrafo y diseñador, y presenta con gran maestría esta muestra del mayor virtuosismo expresivo y artístico.
Por lo que respecta a la performista, Artemis Stavridi, a pesar de ser la sustituta de la inicial artista, Ivana Jozic, demuestra un perfecto control corporal, vocal e interpretativo. Artemis refleja de un modo soberbio la angustia de quien se siente atrapado, expresándose en una fusión de danza e interpretación. Sus gestos mecánicos y repetitivos, los espasmos que congelan su danza hipnótica, su cuerpo elegante y preciso en el movimiento, las líneas de su cuerpo y la expresión de desequilibrio de su rostro nos llevan a la deshumanizada rutina del trabajo en la mina, la rabia, el desencanto y la desesperación que sufre el personaje protagonista. Todo ello multiplica la fuerza poética e intimista de la pieza, creando una soberbia amalgama de imágenes y sensaciones arrebatadoras.

Una joven narra su historia con el hilo conductor de la canción country “Ode to Billy Joe” de la cantante Bobbie Gentry. Lee la carta de su amor, letras desgarradoras sobre una tentativa de suicidio en el delta del Misisipi. Finalmente Billy Joe acaba precipitándose al vacío desde el puente Tallahatchie, acabando así con la esperanza de nuestra protagonista. La acción se desarrolla a través de las reacciones desesperadas de “su princesa” ante los mensajes decididos y el ansia de morir de “Lancelot”, el joven suicida. El amor prohibido, la voluntad de morir y el dejar marchar, temas escalofriantes que llegan al alma del espectador, sin dejar impasible a nadie que se atreva a presenciar esta muestra sublime de dramaturgia e interpretación.

En cuanto a la música, resulta incluso siniestra la combinación entre una historia de lo más lúgubre y una melodía cuanto menos que alegre, propia del country de Bobbie Gentry, autora original de la composición musical. No obstante, la versión interpretada por Artemis Stavridi cobra sentido en una muestra de la más pura desolación.

Una escenografía que transmite la esencia del Misisipi, montones de carbón y cinco trenes en miniatura que recorren el escenario, jaulas con pájaros vivos y artificiales, metáfora de los personajes, y una mecedora. Elementos que gozan de protagonismo propio enmedio de un bucle destructivo en el que se debaten la vida y la muerte.
La iluminación de la creación de Fabre es también digna de mención, muy coherente con las intenciones del artista y participando a la realización de un conjunto homogéneo con el texto, la danza, la música, la interpretación y la escenografía.

Una historia personal y sincera que pone énfasis en la vida y la muerte y, sobre todo, en el derecho humano a decidir la vida o precipitarse a la muerte. Tres temas fundamentales de este singular espectáculo que da muestras, una vez más, de la maestría creadora de Fabre.


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