viernes, 20 de mayo de 2011

Himmelweg, El camino del cielo

Himmelweg, camino del cielo es una obra del dramaturgo contemporáneo Juan Mayorga, dirigida por Paco Macià de mano de la Compañía Ferroviaria. Es una obra que aparenta ser de teatro histórico, a pesar de tratarse de una obra de gran actualidad.
Un delegado de la Cruz Roja es el encargado de inspeccionar un campo de concentración nazi. Ante la inminente visita, se despliega una ilusión en torno a este lugar maldito, convertiéndolo en un paraíso fingido, habitado por autómatas, títeres manipulados desde las altas esferas. Se trata de un hombre que carece del valor suficiente para encontrar la verdad oculta tras esas máscaras, conformándose con las palabras y las imágenes que le ofrecen en aquel lugar. Entre los siniestros personajes de este terrible lugar encontramos a un comandante, el portavoz del pueblo, un matrimonio, dos jóvenes que juegan a la peonza y una niña montada en un caballo de madera. Todos ellos constituyen actores de esta realidad fingida. El comandante dirige a los actores, muy a su pesar, concibiendo el mayor sueño de un director de escena: hacer realidad una obra de ficción. Esto, no obstante, comporta un distanciamiento por su parte del que no es capaz, lo cual comporta demasiada responsabilidad, dada su implicación con ese pueblo judío. Llegado un punto, el personaje desconoce si está salvando a su pueblo o cooperando con los verdugos.

Himmelweg”significa “camino del cielo”. Éste era el siniestro eufemismo utilizado por los nazis para referirse a la rampa de acceso a las cámaras de gas donde se exterminaba sistemáticamente a los judíos. La expresión da un reflejo de las escalofriantes armas de persuasión utilizadas en el Holocausto para enmascarar estrategias de manipulación y dominio de un pueblo sometido.
La interpretación magistral de César Oliva, David García Coll y Joan Miquel Reig destaca, junto a sus partenaires Eloísa Azorín y Diego Juan, entre otros, es una digna muestra de la organicidad y la vida encerrada en estos personajes déspotas u oprimidos.
Cabe destacar una escenografía minimalista: una rampa de madera vertiginosa que reina enmedio del escenario durante toda la función, una mesa que representaba las dependencias del comandante nazi, y una silla en la que, en la primera parte del espectáculo, el delegado de la Cruz Roja relataba su experiencia en aquel lugar, su llegada a él, su punto de vista en el asunto, y sus continuas dudas ante la aparente perfección, que guardaba un gran contraste con las noticias que se conocían de aquellos lugares.
La música en directo, de la mano de Juan Antonio Hurtado, Jesús Gea Marcos y Antonio Mateo, guitarrista, contrabajo y pianista, respectivamente, aporta un clima todavía más acogedor, o sobrecogedor si cabe, al espectáculo.
El elemento primordial, según mi parecer, está en la fórmula metateatral empleada por Mayorga y puesta en escena con gran maestría por parte de Paco Macià. Dicha fórmula nos acerca al espectáculo hasta el punto de sumergirnos en la trama de un modo asombroso, haciéndonos partícipes de la acción, llegando a hacernos dudar de lo que perciben nuestros sentidos. He de añadir a este dato la magnífica idea de su director de integrar sillas en el mismo escenario, permitiendo que parte del público se encuentre muy próximo a la representación. Esto multiplica todavía más, si cabe, la sensación del espectador de pertenecer a la historia que presencia y conmocionarse hasta límites insospechados.
Himmelweg, una historia del pasado y del presente, del aquí y del ahora, una historia de represión, de emociones encerradas, al borde del abismo.

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